Diariamente miles de venezolanas salen en búsqueda de mejores oportunidades ante la compleja situación económica, social y política que se da en el vecino país; cada rostro tiene una historia que contar, cada historia tiene su rostro.
Xiomara Yanetzi Cadena Morocoima es una mujer de 57 años de edad, natural del estado Monagas (Venezuela), pisó tierras colombianas el 22 de diciembre del año 2019, en lo que, para ella y su hijo de 16 años, sería un viaje de vacaciones para reencontrase con parte de sus familiares que están radicados en la ciudad de Cúcuta.
Comunicadora social de profesión, hizo parte por años del Ministerio Ciencia y Tecnología en Venezuela, el cierre de frontera producto del covid-19, impidió su regreso, lo que produjo que perdiera su empleo, hecho que significó dejar atrás sus pertenencias y la vida en su país natal.
Al enterarse que no podían regresar nuevamente a su país, Xiomara empezó a ver como las cosas se tornaban complicadas, al punto que tuvo que salir de la casa donde estaba siendo hospedada porque no tenía como brindar un aporte.
Reciclar, esa fue la única opción que Xiomara encontró para tener el sustento diario y pagar un lugar donde pasar la noche, pues su máximo temor era quedar a la intemperie con su hijo, el cual sufre de dislexia y sufre un leve trastorno del desarrollo intelectual que requiere atención especial.
Las fuertes lluvias en la ciudad ocasionaron daños en el lugar donde Xiomara y su hijo habitaban, perdiendo así lo poco que tenían; “Yo acepté en ese momento la voluntad de Dios, al ver por todo lo que estábamos pasando y en ese momento sentí que mi vida había cambiado”
A raíz de esa situación, Xiomara sintió que las puertas se abrieron y un primer paso para ello fue conocer la granja biosegura de la asociación SanFaus por la paz en la vereda La Sabana del corregimiento de San Faustino, proyecto que ha sido apoyado por parte de la alcaldía de Cúcuta, Asociación Hortifrutícola de Colombia -Asohofrucol, la Unión Europea- y la Cooperación Alemana para el Desarrollo GIZ donde según ella, conoció el verdadero valor que tiene el campo y los alimentos que consume a diario.
Visitar por primera vez el campo cucuteño fue una experiencia gratificante y muy emocionante para Xiomara, quien había trabajo en las calles de la ciudad y este se convertía en un reto gigante para ella.
Xiomara nunca había labrado la tierra, su trabajo de oficina en Venezuela no le permitió vivir la experiencia del campo, sin embargo, no fue tarea difícil para ella que venía con toda la disposición y todas las ganas de “comerse la tierra”, en el buen sentido.
Para Xiomara el apoyo recibido por parte Asohofrucol, La Unión Europea, GIZ y la administración municipal a través de la Secretaría de Desarrollo Social, ha sido un respaldo fundamental en su crecimiento personal, ahora como agricultora.
En una pequeña libreta apunta todo lo que le han enseñado los instructores, para ponerlo en práctica y explicar a quien no le quedó clara la capacitación, porque todos se ayudan con todos y ese ha sido el éxito del trabajo en la asociación.
Desde hace tres meses Xiomara cultiva diversos productos, tomate, frijol, pepino, albahaca, y cilantro, todos los domingos sale del barrio Vista Hermosa en una pequeña moto con su hijo a ver qué tanto han crecido sus cultivos.
Para Xiomara la nueva oportunidad de vida que ha encontrado en Colombia la llena de fortaleza y esperanza, esa que en un momento perdió al sentirse extraña en un país con costumbres y escenarios desconocidos, pero que gracias a la tierra y sus frutos reverdece cada día más en medio de una leve brisa y aroma a campo.
Acerca del Autor
Omar Elías Laguado Nieto
Melómano, cinéfilo, hacedor de letras, emprendedor y viajero de este mundo!
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