El Congreso, del cual hacen parte el Senado y la Cámara de Representantes, es la más alta institución de la rama legislativa en el tejido del poder público en Colombia. Los miembros de las dos corporaciones son de elección popular cada cuatro años. La composición es de 108 Senadores y 188 Representantes.
Cada uno de los 32 departamentos del país tiene representación en la Cámara con un número de miembros, según su población. La elección de los Senadores es del orden nacional.
Por su origen popular y las competencias legislativas que tiene en el manejo de la nación, se estima que el Congreso es una especie de templo de la democracia. Las leyes que aprueba rigen para todos y configuran el ordenamiento institucional.
Pero no pocos actos del Congreso contrarían el interés de la comunidad. Se legisla con acomodo a círculos excluyentes mientras los problemas que agobian a la mayoría de la población no tienen el tratamiento que requieren. Es como la negación de la democracia.
Desde luego que entre los congresistas los hay de convicciones democráticas insobornables y actúan con fidelidad a esos principios. Pero son la minoría asediada por mayorías que no ceden en su visión retrógrada.
En repetidas ocasiones los propios dignatarios del Congreso se jactan de hundir iniciativas favorables a los sectores populares. Aferrados al poder que han alcanzado actúan como si su función fuera oponerse a cuanto pueda representar el fortalecimiento de las políticas de bienestar social.
El ausentismo, con alcance de afectar el quorum en las sesiones se ha vuelto una práctica recurrente en algunas bancadas. Bajo el estímulo del sectarismo hacen de la oposición un festín ofensivo, con lo cual contribuyen a la mala imagen que ha venido marcando al Congreso. Ese desprestigio es el resultado de ligerezas, complicidades con la corrupción y permisividad con aquello que contraría derechos fundamentales de la persona humana.
El Congreso no puede seguir atrapado en esa obsesión opositora que lo lleva al negacionismo de la discusión, del debate, de la deliberación sin prejuicios ni marrullas tramposas. La oposición debe servir para controvertir con argumentos, para buscar superar estrecheces y encontrar salidas que generen soluciones a tantos problemas acumulados con la complacencia de quienes se precian de cerrarles posibilidades a un desarrollo de satisfacciones.
El poder de los legisladores que están en el Congreso debe servir para sacar a la nación de tanta desigualdad que le da una identidad de atraso y se convierte en caldo de cultivo de los conflictos que tantos destrozos le han causado a Colombia.
Obrar con responsabilidad en la expedición de las leyes y no con caprichos desatinados no es renunciar al derecho de la legítima oposición sino ejercerla con lucidez y responsabilidad en provecho de un ejercicio correcto de la política. Colombia fortalecerá su ordenamiento institucional con un Congreso que opere como expresión de la democracia y no como un recurso de polarización y de atraso con respecto a lo que debe ofrecer a quienes habitan la nación.
Puntada
El programa Conectados, de la Secretaría de Fronteras y Cooperación Internacional, en la emisora Norte Stereo del departamento que opera desde Cúcuta, contribuye a la información sobre la situación de un sector de población como son los migrantes que no se debe subestimar ni mucho menos estigmatizar..
Acerca del Autor
Omar Elías Laguado Nieto
Melómano, cinéfilo, hacedor de letras, emprendedor y viajero de este mundo!
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